El Colectivo Zeta, es pionero del Teatro Espontáneo en el norte de
Chile, única agrupación radicada en Iquique, ciudad-playa de doscientos mil
habitantes. Se crea por iniciativa de Guillermo Ward, actor, Director
de la Compañía de Teatro Viola Fénix, psicólogo psicodramatista, quien
luego de conocer esta especialidad en un taller de Teatro Playback en el VIII
Congreso de Psicodrama, en La Habana, Cuba (2011), sugiere a la
Agrupación de Teatristas Iquiqueños, presentar a los Fondos Concursables de Cultura dos proyectos de formación
en la especialidad para sus integrantes. Se elabora la propuesta, se hacen los
contactos respectivos para traer a la ciudad a los exponentes más
destacados en esta disciplina en el país.
Se adjudican ambos proyectos, planificándose tres talleres con enfoques y perspectivas complementarias.
El primero a cargo de Rosanna Nitche de El Colectivo, los otros a cargo de Miguel Trabol de Transhumantes y de Loreto Campusano de Alas, todos psicólogos psicodramatistas.
Estos talleres favorecieron inicialmente
a 25 teatristas locales, terminando todo el proceso formativo solo 12 de ellos. Recién la primera intervención pública en
Iquique fue en junio del 2013, evento que le permitió desplegar alas, definiendo la identidad en su camino
independiente y solitario en el norte del país.
Al paso de los años el grupo decanta quedando cinco de los integrantes
iniciales, quienes continuaron las actividades y funciones, para incorporar el
año 2017 a tres nuevos integrantes: dos actores y un músico, consolidándose como
tal.
Durante su trayectoria el Colectivo Zeta ha realizado funciones públicas
dirigidas a toda la comunidad en diversas salas de teatro y funciones dirigidas
en espacios cerrados: cárcel de mujeres en Alto Hospicio, en Iquique en escuelas,
Colegio de Profesores, centros comunitarios, Juntas de Vecinos y funciones al
aire libre para el terremoto del 2014, en Arica en los campamentos del sector Las
Dunas y en los Comedores Populares de la población Los Industriales entre otras.
También han ido creando redes a través de su participación en los Foros
Latinoamericanos de Areguá (Paraguay), Tepoztlán (México), en Encuentros
Nacionales y asistiendo a capacitaciones en diversos talleres dictados por Jonathan
Fox, Mario Buchbinder y por María Elena Garavelli en El Pasaje, Córdoba, entre
los más destacados.
Por nuestra razón
existencial y “provenir de una agrupación de teatro de tablas”, como
nos define en el prólogo Juan Pablo Cornejo, conocer el Teatro Espontáneo nos ha
venido a simplificar la vida y la existencia en los montajes, no debemos memorizar un texto, no necesitamos un
dramaturgo para un guión, no debemos construir personajes tridimensionales, ni
en lo psicológico, físico y social. No
es necesario un estilo, ni una técnica de actuación, ni un soporte teatral en cuanto a diseño,
escenografía, vestuario, maquillaje, sonido e iluminación. No hay que ensayar,
ni repetir tantas veces, para que salga fluido como si fuera real. Ni siquiera los movimientos necesitan una
planta coreográfica, es un teatro pobre, por lo mismo no hay un estudio de
mercado acerca del público, ni un presupuesto, en esta inversión que también es
arte, que también es vida y energía. O
sea, todo lo que nos significaba el teatro tradicional en recursos humanos,
intelectuales y económicos, en el Teatro
Espontáneo no existe, mejor diríamos no influye. Menos la separación ególatra entre los actores con el público, se rompe
definitivamente esa cuarta pared divisoria que nos habla Stanisvlaski[1]. Por lo contrario, este teatro “es imperfecto e inacabado, como la vida
misma”, en sí se ha trasformado en nosotros como un desafío interesante,
lanzándonos solos al vacío, libre de las conservas
culturales.
[1]
Constantin Stanisvlaski 1863-1938, Teórico y director teatral ruso, pionero del
teatro tradicional, creador del Teatro
de Arte de Moscú.