LA TIRANA


La presencia de la Virgen.

Localidad ubicada en la comuna de Pozo Almonte en pleno corazón de la Pampa del Tamarugal. Esta distante a 72 kilómetros al sureste de Iquique, en la misma carretera que va hacia Pica. Tiene  una altura geográfica de 950 metros sobre el nivel del mar.  
Es un pequeño poblado fundado alrededor del año 1565 cuyo nombre fue colocado en honor a la leyenda de la Ñusta Huillac[1]. Según los informes recién comenzó a poblarse en el siglo XVIII. Actualmente alberga a no más de 800 habitantes. Tiene un clima desértico privilegiado, en el sentido que el sol brilla durante casi todo el año; las tardes son calurosas, pero las noches heladas y frías, haciéndose más crudo en la madrugada, hasta que los primeros rayos del sol nuevamente vuelven a iluminar  el pueblo. La oscilación de la temperatura oscila en la mañana es entre -0  a 12 °C.
La peculiaridad de este pequeño pueblo de pocos habitantes, es la transformación que se manifiesta durante la fiesta religiosa de la Virgen del Carmen, hecho antropológico y cultural que se celebra el día 16 de julio de cada año, siendo la principal peregrinación religiosa del país.  Entre los días previos y posteriores a la fecha, el pueblo recibe entre 200.000 a 250.000 visitantes, donde los creyentes dedican música, baile y ofrendas a su patrona la Virgen,  se lucen las cofradías[2] (aprox. 200) con coloridos y brillantes trajes y música de tambores, trompetas, bombos y platillos que no dejan de tocar durante días, dando vida al evento religioso, popular y festivo más grande del Norte Grande[3]

En cuanto a la arquitectura patrimonial más destacada del territorio están; los antiguos restos de la primera Iglesia que se construyó el año 1765, destruida por un terremoto a fines del siglo XIX.  El templo actual que data del año 1886 y que desde el año 2015 alberga  bajo él un museo subterráneo, dedicado a  la fe religiosa y la plaza central frente a las puertas principales, donde se realizan las mudanzas[4] de las cofradías.

Narraciones del desierto ll: La devoción maltratada.

Era un día domingo muy soleado cuando arribamos al pueblo de La Tirana.  La misa terminaba en la iglesia, el símbolo más importante del pueblo,  de carácter pampino con murallas de calaminas que con los años se fueron vistiendo de pino oregón, puertas talladas y altares estilo cusqueño.   Fueron el tiempo y los recuerdos patrimoniales  acumulados que  motivaron poner en valor la historia de los bailes religiosos, construyendo un subterráneo especial, un bunker protegido para resguardar la fe, su mayor tesoro,  cobijando allí  el Museo de la Vivencia Religiosa del Norte Grande. 

Los turistas que van en dirección al turístico oasis deben pasar por el santuario, es solo un camino que se adentra por una huella de Tamarugos desde Pozo Almonte, pasando por La Tirana, La Huayca, Matilla y termina en Pica.   El trayecto desde Pozo Almonte a La Tirana son 54 kilómetros que los promeseros recorren a pie.  De día a más de 30 grados de temperatura o de noche a bajas temperaturas. Este camino conoce historias de fe, se va encontrando con hitos, con estaciones demarcadas por cruces o imágenes de santos que inyectan energías a quienes van muy cansados con un solo objetivo, llegar a adorar a la “Chinita”, nombre popular con que se conoce la pequeña imagen de la Virgen del Carmen, bajada de su altar una vez al año, para la procesión del 16 de julio, día oficial de la festividad. 

Hacía calor, finalizaba la misa, los monaguillos, los turistas y habitantes del pueblo volvían a sus hogares a almorzar,  lo que nosotros hicimos, almorzar en un local cercano a la iglesia para posteriormente  reconocer el espacio donde daríamos la función.  Era un salón dentro de un recinto parroquial que estaba ocupado por una actividad propia, no había coordinación, ni información, mientras se acercaba la hora de la función.  Posteriormente cuando  llegaron los funcionarios de Cultura del Municipio se logró consensuar espacios y tiempos.  Recién pudimos ocupar el Salón Parroquial y adecuarlo, por otra parte, los funcionarios municipales perifoneaban por los altoparlantes de la iglesia que la función comenzaría dentro de 15 minutos más.  Pasó la hora programada, todo estaba preparado esperando al público. Debíamos comenzar la función, teníamos una hora de retraso ajena a nuestra voluntad.  Solo un señor de la comunidad estaba presente, uniéndose a las cinco personas entusiasmadas por conocer el Teatro Espontáneo, que tenía frente a ellos  siete sillas en hileras cubriendo sus respaldos  con telas de colores y donde los actores se movían en un caldeamiento inespecífico, que observaban sin entender nada, pero que miraban con atención.

Luego de presentarnos, hacer la pequeña inducción sobre los orígenes del Teatro Espontáneo, aún se percibían en el aire las vibraciones de los instrumentos: pitos, platillos, bombos, matracas y vientos de un baile religioso que ensayaba sus mudanzas… Además teníamos la presencia de una imagen engalanada de la virgen del Carmen, como otra participante de nuestro ritual, que nos miraba desde su andamio. Con todas estas circunstancias empezamos a escuchar los relatos de los presentes, relatos que se encadenaban secuencialmente y que no dudaron en ocupar la silla vacía.




[1] Ñusta Huillac: Fue una líder kolla que se rebeló contra el gobierno colonial español de Chile en 1780. Fue apodada como La Tirana debido a supuesto maltrato que daba a los prisioneros. El término ñusta procede del quechua y se ha usado para referirse a diversas princesas incas.
[2] Cofradía:  Es una asociación de fieles católicos que reúne a los creyentes en torno a la Virgen del Carmen, con el fin de manifestarles su devoción mediante música y bailes característicos y propios creados para ello por la misma agrupación.
[3] Norte grande: Termino que agrupa a 3 regiones del norte de Chile: la región de Arica-Parinacota, Tarapacá y Antofagasta.
[4] Mudanzas: Son los giros o cambios y los desplazamientos en el espacio correspondiente a las coreografías propias de cada baile o cofradía religiosa.